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Puebla: tierra donde las piedras hablan

Octubre 2015

Aunque no lo creas en Puebla las piedras hablan.

Aquí los muros tienen la palabra, pues nada como escuchar y dejarse cautivar por interesantes relatos que resucitan en el casco histórico poblano, o bien, en Cholula y su zona arqueológica.

En sus vestigios despliegan mensajes de contenido diverso: tal es el caso de la iglesia de Santa María Tonantzintla, perteneciente al municipio de San Andrés Cholula, cuyos motivos indígenas expresan, por sí mismos, una síntesis del cristianismo según la cosmogonía prehispánica.

Vestido de coloridos y exuberantes decorados, su interior nos sorprende por los numerosos y curiosos ángeles con copillis o penachos de plumas que, lejos de sucumbir a la dominación extranjera, entonan cantos con identidad propia.

Se trata de un lenguaje codificado, comenta Lulú, nuestra guía, “una forma de los nativos originales para decir: “Yo soy el artista y sigo aquí, al igual que mis dioses””. De ahí que este recinto, cuya edificación comprende cuatro etapas, del siglo XVI al XIX, sea considerado una máxima del barroco indígena o arte tequitqui.

 Capa sobre capa

Con la sensibilidad artística de Lulú, el paso por estas tierras adquiere evocadoras e insospechadas imágenes. También las sentimos al visitar la pirámide de Cholula, dedicada a Tláloc y cuyo nombre náhuatl significa- agua que cae en el lugar de huida-.Aunque cubierta principalmente por vegetación abierta y árboles, que hacen parezca inadvertida, se dice es la más voluminosa del mundo: de 430 a 460 metros por lado y una altura de 66 metros.

Su larga historia de construcción responde a distintas culturas y etnias que poblaron el sitio, y se puede advertir al recorrer un extenso túnel de 280 metros, producto de diversas excavaciones. Dicha línea del tiempo consiste en una sucesión de 6 espesas capas superpuestas en el transcurso de centurias.

Se estima, por tanto, que su edificación inicia en el periodo Preclásico Tardío (400 a.C.-200 d.C.), pero es hasta el Clásico cuando tuvo mayor auge con la ocupación teotihuacana. Luego fue utilizada por Olmecas y después Toltecas, quienes la abandonan para el 1300 d.C. Posteriormente, los cholultecas, como tributarios de los mexicas, rindieron en el sitio alabanzas al dios Quetzalcóatl.

La fachada externa de la pirámide incluye una iglesia católica sobre su cima, que fue construida luego de la conquista española en 1594. Se cuenta que unos 75 años antes, la Malinche, mujer indígena y quien fuera la intérprete de Hernán Cortés, le avisó de una supuesta emboscada planeada por los cholultecas. De modo que cerca de 5000 a 6000 de ellos fueron asesinados, aparentemente, sin oportunidad de defenderse.

De ahí el origen de la palabra malinchismo, nos recuerda Lourdes, que de forma peyorativa es empleada para aquellos que desdeñan sus orígenes. Con tales escenarios,

Fachadas externas de la Iglesia de Santa María Tonantzintla. No permiten tomar fotos en su interior, así que tendrás que ir. Créeme, te sorprenderás.

de tintes emotivos y dramáticos, nuestro viaje al pasado está lejos de terminar y continúa a sólo 7 kilómetros, en la parte antigua de la ciudad de Puebla.

Un estilo muy a la altura.

Ahora caminamos entre casas y edificios de arquitectura barroca colonial y, como distintivo poblano, no dejan de resaltar hermosos acabados en talavera. De gran tradición y complicado proceso de elaboración, esta fina cerámica se desarrolla desde el siglo XVI. Es una combinación de estilos locales y técnicas españolas, en alfarería y vidriería.

Entre sus propiedades, nos comenta Lulú, está la de ser un excelente impermeabilizante, además de que difícilmente pierde sus colores, y cabe señalar que fue durante mucho tiempo símbolo de status económico y social.

Como ejemplo de ello, nos detenemos a contemplar la fachada del actual Museo Universitario, también llamado la-Casa de los muñecos-que data del siglo XVIII. En distintos colores, dichos azulejos se acompañan de ladrillos y peculiares figuras humanas dispuestas en hileras, también de talavera. Según distintas versiones y leyendas, son modelos orientales con mirada burlesca, pues el capitán y regidor que la construyó, Don Agustín de Ovando, quería que su residencia fuera más alta que las casas municipales y lo logró.

Algunas calles más y llegamos al Zócalo, en el cual se erige la monumental catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción. Este recinto de estilo herreriano, que corresponde a una arquitectura sobria, fue construido entre los siglos XVI y XVII.

Con sus 14 capillas laterales, su interior está colmado de suntuosos ornamentos: desde la espléndida sillería del coro, fechada a principios del siglo XVIII; el Altar Mayor o baldaquino, diseñado por Manuel Tolsá; hasta otros distintivos no menos impresionantes, como sus órganos: el más antiguo de hace 400 años y otro, gigante, que llega en 1974.

Un buen momento para saborear Puebla

Hasta este punto uno se siente afortunado de sentir hambre en terreno poblano, pues tiene una múltiple lista de platillos típicos al alcance, pero aquel que siempre ha dado que hablar es su mole. Esta delicia, ya consagrada como emblema de la cultura culinaria de nuestro país, se remonta a tiempos prehispánicos.

Con todas sus variantes y leyendas sobre su origen y preparación, por lo general, presenta una combinación de distintos chiles molidos, chocolate y especias que terminan en una suculenta salsa. Ya sea que se vierta sobre pollo, tortillas o guajolote, como en su estilo más tradicional, deja un exquisito e inigualable sabor en el paladar.

Después de un amplio menú, afín con la tradición local, nos damos paso para visitar el Templo de Santo Domingo, perteneciente a la orden de los dominicos. Igualmente antigua, su edificación data de principios del siglo XVlI.

Desde la fachada externa, de estilo purista, no podíamos imaginar lo que hallaríamos en su interior: aquella que fuera la octava maravilla del nuevo mundo, la capilla del Rosario.

Su impresionante baño dorado, resultado de una delicada confección en hojas de oro, destaca tanto en esculturas, columnas y arcos. Lo anterior, especialmente en el atrio, que también elaborado con alabastro sostiene a la famosa virgen. Curiosamente, además de distintos frescos con pasajes bíblicos alusivos a ésta, sólo encontramos figuras de santas en el oratorio, a excepción de Santo Domingo.

Ahora para cerrar este recorrido con broche de talavera, como debe ser, nos dirigimos al Mercado de artesanías-El Parián-. Aquí disfrutamos de la máxima expresión de creatividad en dicha cerámica, pero también de deliciosos dulces típicos, textiles y otros atractivos diseños.

Muy bien acogidos por la ciudad, cabe decir, y en combinación con las divertidas anécdotas de nuestra versada guía, sólo quedan en mis sueños antiguas voces y legendarios sabores.

 

Iraíz Chilanga

 

 

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